La primera vez que mi viejo me llevó a la cancha fue a la
Copa de Oro de Mar del Plata en un partido que jugamos contra el Racing de Rubén
Paz en el verano de 1991 y perdimos 2 a 1. Por ese entonces debutaba
un joven Daniel Garnero que tres años
después me iba a dar una de las mayores alegrías de mi vida viendo a mi equipo
campeón en 1994 en la última fecha frente al Huracán de Héctor Cuper.
Luego la segunda vez que fui a un encuentro y la
primera vez que pise la Doble Visera fue en 1992 en un empate con Gimnasia y
Esgrima de la Plata 1 a 1 la tercera fue en 1993 un 1 a 1 con Argentinos
Juniors en el estadio de Ferro con una descomunal actuación de Gustavo López.
La cuarta vez fue algo inolvidable, mi abuela que hoy
vive en Mar del Plata residía en el mismo departamento que hoy habito con mi
padre y mi perro Golden Cassius, esa mañana soleada de Agosto de 1994 partimos
al estadio temprano con el colectivo 24 que pasa por Avenida Corrientes y
Callao y el bondi ya era una fiesta, ni les cuento cuando llegamos al Infierno y
mojaron Rambert, Garnero, Rambert con complicidad de Couceiro y el Tigre Gareca para completar fiesta, goleada
y campeonato con el clásico Paladar Negro que siempre nos caracterizó a los
hinchas de Independiente.
Ese mismo año empezaba el sueño llamado Supercopa y me vi
todos los partidos, mi viejo fue a la final con Boca y yo presencie los dos partidos
en mi casa, en la vuelta llegué promediando el segundo tiempo porque se jugaron las dos finales un día de semana y los canales de la TV Abierta
dieron los dos partidos en diferido, pero mientras estaba llegando a mi
departamento de Villa Celina con el micro escolar de Julio recuerdo que en la
radio se escuchó un GOLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLL y cuando dijo de Independiente,
Rambert abrí la ventanilla y grite con toda mi fuerza hasta quedarme
disfónico, una vez en casa sufrí los últimos minutos hasta que La Molina pito el
final y ahí fue toda alegría y festejo en un barrio donde mis amigos en su
mayoría (que por suerte no veo más) eran de Boca y Racing.
Luego volví a ir a la cancha en 1996 y en 1997 ambos
partidos le ganamos a Boca por la Copa de Oro de Mar del Plata por 3 a 1. El
equipo de finales de 96 y primera parte del 97 era una máquina de jugar bien al
fútbol nunca había visto algo igual era puro tiki-tiki y sufrí mucho cuando el innombrable
de Héctor Grondona lo desarmó fechas antes de que seamos campeones.
Regrese a los estadios una fatídica noche de 1999 que casi
pierdo un ojo cuando un barra brava de Independiente lanzo un pedazo de cascote
gigante al colectivo y me impacto cerca del ojo izquierdo dejándome una
profunda cicatriz, yo tenía 14 años, mi hermano 10 y estábamos con mi padre
cuando sucedió ese horrendo episodio que me alejo de las canchas por 3 años.
Volví en el 2002 y de las 19 fechas que fuimos campeones fui
11 con el recuerdo inolvidable que el 24 de Noviembre del 2002 (mismo día que
falleció mi ídolo Freddie Mercury pero en 1991) Lucas Pusineri me iba a hacer
llorar y gritar el gol que más festejé en mi vida. A la otra semana íbamos a
dar la vuelta en cancha de San Lorenzo y sería puro jolgorio.
De ahí en más seguí yendo siempre a la cancha pero con más
presencia del 2009 hacia la fecha porque hubo una etapa que me tuve que alejar
porque no pode abonar mi cuota de socio pero ese año me puse al día y volví sin
cesar presenciando en el 2010 todos los partidos de locales de la Copa
Sudamericana desde la era Garnero hasta la coronación con el Turco Antonio
Mohamed.
Nunca voy a olvidar las largas colas que me comí en el
partido de vuelta con la Liga de Quito en la sede de Boyacá y la de la final
con el Goias en el estadio, llegamos con mi hermano a las cinco de la mañana y
recién nos fuimos a la una de la tarde.
Más allá de estar destrozado con este presente futbolístico e
institucional del club estoy con la frente en alta porque fuimos lo más grandes
del siglo XX y aun hoy somos los más coperos de América.
Aquel que no entiende este sentimiento que se ahorre comentarios y evite gastadas porque lo único que obtendrá de mi es violencia e ignorancia porque lo que amo a Independiente no tiene precio y como estuve en las buenas, ahora en las malas estaré mucho más.