A menudo también siento gran simpatía por las palabras del
Papa Francisco, pero aun así creo que debemos ser más que cautelosos en cuanto
a su figura, sus palabras y lo que representa la institución del papado. Es
cierto lo que dice Tesalonicenses 5:21, pero también lo es lo que dice 1 Juan
4:1 y siguientes: "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el
mundo. 2 En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa
que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del
Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el
mundo." La institución del papado, y por ende el papa, defienden una serie
de enseñanzas que, si bien no rechazan la encarnación de Cristo, si niegan que
Él sea el único Salvador, quien nos ofrece todo por gracia, sin ningún mérito
de nuestra parte (Romanos 3:28). Para que el "espíritu" del papado
sea aprobado por Dios mismo y por la Iglesia de Cristo, el papa deberá desechar
todo lo que corrompe y ensucia la iglesia de Cristo, el nombre de Dios y Su
Santa Palabra, al defender y permitir que en su iglesia, entre otras tantas
cosas, aún se ore «Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Dios quiera que este papa sea
iluminado por el Espíritu Santo, y su Santa Palabra, y llegue a comprender y
confesar, entre otras tantas cosas, que hay un único mediador entre Dios y los
hombres: Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5). Luteranos hermanos en el mundo:
Sola Fe, Sola Gracia, Sola Escritura, Solo Cristo.
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