sábado, 7 de diciembre de 2013

El caso Candela Rodríguez y la desinformación de los medios


Analizaremos el  tratamiento y el rol de de la prensa en este caso
La expresión de Candela, alegre, seductora y cariñosa quedó así, congelada, para siempre como un retrato fotográfico. Su imagen apareció de manera definitiva en los hogares de millones de argentinos. De la noche a la mañana, en los noticieros, en las franjas destinadas a audiencias infantiles, en los programas amarillos, en una secuencia lúgubre e interminable.
Su imagen es mirada desde su desaparición por todos los medios audiovisuales. Su vida, es escudriñada por movileros y periodistas devenidos investigadores, fiscales, jueces. Es desmenuzada en su intimidad y la de su familia. Antes de encontrar el cuerpo sin vida de la niña se violó la privacidad cuando en todas las señales de noticias locales como C5N, TN, 26 TV, Cn23 y canales de aire como el 13, América, El 11 y la televisión pública, emitieron una  llamada amenazante de los delincuentes que se habían comunicado con la tía de Candela y el pleno proceso de rastreo de el cuerpo de la joven dieron esa información que  ponía en riesgo la investigación y creaba un clima más tenso entre policías, criminales y medios.
Entre tanto, millones de niñas y niños son testigos del horror sin filtro. La ansiedad que genera la cobertura de un caso que conmueve a espectadores anónimos y a famosos solidarios es consumida por los más pequeños en la mayoría de los casos sin que medie explicación adulta.
Las investigaciones tienen en común que los niños miran un promedio de cuatro horas diarias de televisión; algunos cinco, otros hasta siete horas por día. Este último grupo suele estar conformado por las capas sociales más bajas de la sociedad, a los llegan cada vez más la desinformación generalizada de los medios.
Luego del encuentro del cadáver de la joven, en el programa Animales Sueltos, que se emite de lunes a viernes de 00 a 01 hs por el canal Ámerica TV,  el propio conductor, Alejandro Fantino, tuvo real malicia cuando dijo que la niña no era virgen detallando algo que no le importa a la audiencia y sin tener en cuenta la cláusula de conciencia que el tenía en su momento en sus manos.
También, el mismo día que se ubicó el cadáver de Candela,  en el programa que tiene el periodista Mauro Viale en America 24 de lunes  a viernes a las 20 hs,  tuvo desinformación  cuando dijo que el caso evidentemente había sido un ajuste de cuentas contra el padre de la niña.
Ni siquiera había sospechas de que había ocurrido salvo el secuestro y ya, en una manera poco formal, el conductor con gran irresponsabilidad aseguraba esta hipótesis como una teoría del crimen lo cuál no genera confiabilidad en el espectador y hace que pierda credibilidad su programa.
Este caso generó muchas decepciones  y desinformaciones en todos los canales de televisión, señales de aire, de cable, agencias de noticias, redes sociales, y todo ámbito vinculado a  la información gratuita y no gratuita que tenemos en las manos que nos genera un mar de dudas y cada vez más como un espectáculo muy bizarro que lo único que provoca en el espectador es desconcierto , preocupación, sensación de inseguridad política sin dejar pasar de lado que los grandes monopolios opuestos al gobierno de turno siempre van querer desestabilizar y generar una sensación de inseguridad.
Algunos especialistas,  dicen que corremos el riesgo de vernos sometidos a una especie de intoxicación, concepto que de alguna manera busca describir la sobresaturación de información ligada a las tecnologías. Sin embargo,  diferentes investigadores aseguran que este exceso puede incluso generar angustia en las personas por no sentirse en condiciones de encontrar la información deseada. Sostienen que esta multiplicación de información puede percibirse como una "explosión de la información", aunque más bien debería llamarse la "explosión de la desinformación", indigerible y confundidora, aparte de una audiencia harta de los shows  alejados de la realidad.
El periodismo en general debe hacer una autocrítica y un análisis profundo respecto al tratamiento del caso, ya que en ningún momento tuvieron en cuenta el efecto que podía causar en los más chicos las forma en que manejaron el tema. Los niños, pasan mucho tiempo delante de la pantalla y, a veces, no cuentan con las herramientas  necesarias para comprender el dolor de una madre al identificar el cadáver de su hija recién asesinada. En casos como este, a la hora de brindar información no pueden obviarse las secuelas. Un acto debe ser considerado moral o inmoral según las consecuencias.
La información es una constructora de la democracia, pero sólo cobra ese sentido si se cambia el punto de vista y se garantiza el acceso a la formación a cada ciudadano. La flamante creación del Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia según lo reglamentado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, podrá evolucionar en la emisión y recepción de situaciones poco felices, teniendo en cuenta las audiencias infantiles. Sin embargo, familia y escuela deben hacerse cargo de la responsabilidad que les corresponde al educar la mirada y que la televisión y, en especial el periodismo, van mucho más allá del entretenimiento liviano en la formación de los más pequeños. Porque crecer con temor, no parece ser una experiencia recomendable y menos si ese miedo es generado por pantallas que hacen de la tragedia humana un espectáculo morboso.