martes, 19 de abril de 2016

LUTERANISMO, SIMILITUDES CON EL CATOLICISMO

Para quienes lo desconocen, el Luteranismo es un movimiento religioso protestante fundado institucionalmente por el monje alemán Martín Lutero (1483-1546).
El luteranismo al igual que el catolicismo cree Dios uno y trino (Santa Trinidad), es decir: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Para los luteranos Cristo instituyó dos sacramentos: el Santo Bautismo (De infantes) y la Eucaristía o Santa Cena (con una concepción distinta a la del catolicismo, la Unión Sacramental).
En contra de lo que normalmente se puede pensar, los luteranos, si bien no son tan afines a la iconografía religiosa como los católicos, sí permiten las imágenes como medio de enseñanza.
Una característica que se conserva del catolicismo es la vestimenta que emplean los líderes espirituales, que es parecida a la de la Iglesia Católica.
Los luteranos enseñan que: el Bautismo es un lavamiento regenerador, divinamente instituido; se destina tanto a niños como a adultos, y que se puede aplicar lavando, rociando con agua o sumergiendo en ella; Dios en su gracia, a todos los que reciben el bautismo con fe, les da el perdón de los pecados y la promesa de vida eterna. Referencias: Mateo 28:19; Tito 3:5; Marcos 10:14; Hechos 16:15; Hechos 22:16; 2:38; Marcos 16:16; Colosenses 2:12.
Los luteranos enseñan que: en el sacramento de la Santa Cena, el cuerpo y la sangre de Jesucristo están verdaderamente presentes en y con el pan y el vino, y son recibidos por todos los que comen y beben en la mesa del Señor; los cristianos reciben el cuerpo y la sangre de Cristo para perdón de los pecados, fortalecimiento de su fe y crecimiento en la piedad; la Santa Cena debe darse solamente a aquellos que profesan la fe cristiana. la Santa Cena es la manifestación de la comunión con Dios y con los demás miembros de la iglesia Referencias: Mateo 26:26-28; 1 Corintios 10:16; 11: 23-29.
Como vemos, las Iglesias Reformadas que siguen las enseñanzas de Martín Lutero, conservan mucho de la Iglesia Católica y a pesar de que no están en comunión con el Papa, ellos respetan la posición católica, tendiendo más a tender lazos de comunidad que a separar.
Todas aquellas iglesias que se denominan cristianas y sin embargo, no siguen verdaderamente las enseñanzas de Lutero ni profesan su doctrina, sino más bien, siguen las enseñanzas de un hombre, autoproclamado "pastor", lo que las convierte en meras sectas, que no cumplen ni siguen la doctrina enseñada por los Apóstoles y transmitidas por la Biblia y la Tradición.

El pentecostalismo, los pare de sufrir, asambleas de Dios, bautistas y tantas otras organizaciones religiosas que pululan, no son más que un invento de los hombres que por su egoísmo y deseo personal, se separaron de sus congregaciones originales, fundando "iglesias" a su gusto y placer.

Vida y obra de Alfredo Bravo

Alfredo Pedro Bravo nació en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, el 30 de abril de 1925. Siendo niño llegó a Buenos Aires, instalándose en el barrio de Villa Urquiza.
A los 18 años, una vez recibido de maestro, se instaló en un pueblo del Chaco santafesino para comenzar sus primeros años como maestro rural. De allí regresó para cumplir con el servicio militar.
De regreso a Buenos Aires, el joven Alfredo comenzó la militancia gremial y su adhesión al socialismo.
 Se apartó en 1957 del Partido Socialista que presidía Américo Ghioldi por su oposición a que sus compañeros integraran la Junta Consultiva, creada por los militares que derrocaron a Juan Domingo Perón en 1955.
En 1958 participó en la redacción del Estatuto del Docente.
El 11 de septiembre de 1973, coparticipó de la fundación de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA).
Su compromiso docente, su dedicación al trabajo pedagógico y sus ideales a favor de una sociedad más justa y solidaria, iban a convertirlo en miembro de la mesa ejecutiva de la flamante CTERA.
A fines de 1975, la Triple A y otros grupos parapoliciales y paramilitares, comenzaron acciones que resultaron precursoras de la represión que se desataría poco después con el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Fue en aquellos momentos que Alfredo Bravo y un pequeño grupo de personas de distintas vertientes ideológico - políticas dieron vida a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Desde ese ámbito, el maestro Bravo atacó la violencia gubernamental y el oscurantismo ideológico que la sustentaba.
 La Dictadura Militar (1976-1983) produjo decenas de miles de muertos, desaparecidos, presos políticos y exiliados. El Proceso de Reorganización Nacional, se propuso arrasar con toda expresión cultural alternativa y en buena medida, lo logró: Se intervinieron las universidades, se quemaron libros, se censuraron autores, los intelectuales fueron perseguidos, se criminalizó la disidencia y los educadores comprometidos con la educación pública, popular y la igualdad de oportunidades y posibilidades fueron desaparecidos.
En este violento escenario histórico, Alfredo Bravo fue secuestrado por un grupo de tareas, el 8 de septiembre de 1977, mientras daba clases en una escuela para adultos. Permaneció desaparecido hasta el 20 de septiembre y recién fue liberado, en 1979.
Brutalmente torturado durante su cautiverio, y a pesar de ser víctima de varias secuelas vasculares en sus piernas, Bravo sostuvo dignamente su condición de militante solidario: jamás delató a nadie ni dio información respecto de las organizaciones en las que participaba.
Con la llegada de la democracia en diciembre de 1983, fue designado por el gobierno constitucional, Subsecretario de la Actividad Profesional Docente del Ministerio de Educación. Al asumir su nuevo cargo, renunció como Secretario General de la CTERA.
La sanción de las leyes de obediencia debida y punto final, lo posicionaron en un lugar crítico. Frente a tamaño retroceso, frente a la expiración de toda voluntad de justicia, Alfredo Bravo renunció a su cargo en el Ministerio de Educación de la Nación.
En 1991 fue electo diputado nacional, cargo que mantuvo en 1995 y fue elegido  senador por la Capital Federal en octubre de 2001.
Con la vuelta a la democracia, el Partido Socialista Democrático y el Partido Socialista Popular confluyeron en varias de las alianzas de centroizquierda que se sucedieron: con el Partido Intransigente, el Frente Grande, el Frepaso. Estas alianzas acercaron a ambos partidos y, una vez descartado el método aliancista, Alfredo Bravo fue fundamental para la fusión, que se verificó en 2002 cuando los dos partidos formaron el actual Partido Socialista.
 Después de 44 años de división, socialistas democráticos y populares, con una conducción encabezada por Bravo como presidente y Rubén Giustiniani como secretario general, recrearon un único Partido Socialista en la Argentina, elaborando una nueva declaración de principios y aprobando una carta orgánica nueva.
En la elección presidencial de 2003, el primer acto electoral en el que el Partido Socialista volvió a presentar un candidato propio a Presidente de la Nación, obtuvo el octavo lugar con 1,12% de los votos, con la fórmula Alfredo Bravo-Rubén Giustiniani.
En las primeras horas del 26 de mayo de 2003, sufrió un ataque al corazón y fallece, el mismo día que asumía el presidente Néstor Kirchner. Sus restos fueron velados en el Salón de los Pasos perdidos, ante muestras de afecto de una amplia gama de personajes
Fue un educador libertario y un gran luchador y defensor de la educación pública, laica, popular y universal. Fue un militante sindical democrático, honesto, transparente, un trabajador sin privilegios y un enorme defensor de los derechos humanos.

Como herencia nos dejó  su humanismo, su obstinada coherencia política, su compromiso con la escuela pública y la defensa de la vida; también su coraje cívico, su integridad moral y su trabajo cotidiano a favor de los que más sufren.